A escribir se aprende escribiendo, cierto. Pero ¿cómo aprender un oficio sin conocer sus entresijos, sin entrar en la cocina de la escritura y descubrir la cantidad de materiales e ingredientes con los que podemos trabajar?
Si bien el escritor nace con una vocación adosada en su mente creativa, nadie puede ser dueño de las artes si no conoce con qué herramientas cuenta y cómo manejaras. Muchas personas que escriben se dejan llevar por la creatividad y tejen un montón de historias que, de algún modo, quedan inacabadas. Ello es porque no han sido revisadas, no han sido trabajadas. Se muestran en estado puro. Todo arte requiere de unos conocimientos: el músico ha de saber solfeo y aprender a manejar sus instrumentos. El pintor conoce los lienzos, los colores, los matices, las herramientas con las que cuenta para desarrollar esa capacidad innata que le impulsa a expresarse a través de la pintura. Pues el escritor es otro artista que debería aprender la técnica para potenciar su creatividad.
Pero es que además escribir es un oficio. Si no sabes cómo funciona el sector, andarás perdido entre un sinfín de opciones y recursos.
El escritor no se alimenta de utopías, si bien puede escribirlas. Un escritor que quiere darse a conocer debería aprender qué puede hacer para llegar con sus historias a sus futuros lectores. Sobra decir que el primer paso es escribir, escribir, revisar, escribir, corregir, trabajar y aprender. Una vez la obra presente la calidad necesaria para no defraudar a quienes lleguen a leerle, ha de saber cómo trabaja una editorial, sea tradicional o sea de autoedición. No basta con escribir un libro para que un editor lo publique y un librero lo acoja en sus estantes. El sector editorial es lo que es. No es complicado entender que es una empresa. Necesita subsistir como a su vez lo necesita el escritor.