Llevo más de veinte años trabajando como asesora literaria y editora y no dejo de sorprenderme. ¡Qué desconocido este oficio, el oficio de escribir! Muchos quieren que sea eso: su oficio, su trabajo, lo que les dé de comer. Sueñan con escribir horas y horas encerrados en una casa aislada del mundo mientras los editores llaman a sus teléfonos suplicándoles que escriban, que escriban, que no dejen de escribir. ¿Os suena? Sí, lo hemos visto en muchas películas. La realidad no se acerca para nada a lo que nos han contado.
Me asusta recibir correos, novelas, relatos y poemas que no han sido trabajados con amor, sino con prisas por ver publicados libros que no llegarán nunca a los lectores. Quien quiere ser escritor, quien quiere compartir su vida, sus conocimientos, sus sueños o lo que quiera que sea que necesite lanzar al mundo, debe saber que para ser escritor hay que aprender a escribir. Y no digo solo aprender ortografía y gramática (que ya sería de agradecer); digo aprender a escribir, a respetar el arte de escribir, a cuidar la técnica, a conocer las herramientas, a practicar media vida, a leer, releer y volver a leer sus obras antes de pasarlas a una imprenta. No basta con ser un escritor autodidacta.
Muchos «autores» me dicen: «Mi libro está perfecto», y aunque les marque en rojo intenso todos los fallos y erratas que contiene tan solo una página, no quieren ver que su criatura no es tan guapa como se empeñan en verla. Que sí, que erratas siempre quedan, porque habría que pasar por muchas lecturas y muchos correctores, pero una cosa es una errata y otra muy distinta es un caos de frases y palabras que no han sido cuidadas, solo tiradas al azar.
Escribir es un arte, como lo puede ser pintar, componer, tocar el piano, etcétera. Escribir es un oficio cuando quieres llegar a los lectores. Aunque hayas nacido con ese don que conlleva la necesidad de volcar palabras en montones de papeles antes en blanco, es necesario formarse. El escritor autodidacta no puede llegar a ser escritor. Puede escribir, sí, todas las personas pueden escribir. Si un escritor que dice quiere dedicarse a la escritura no quiere aceptar que ello conlleva un esfuerzo, me temo que se dará de bruces contra muros.
Pero luego viene la segunda parte: soy escritor, y como soy escritor, mi misión es escribir mientras otros trabajan para mí invirtiendo su tiempo y su dinero en vender miles y miles de ejemplares. UTOPÍA. Con estos autores no puedo, ni quiero trabajar dentro de mi gestora literaria, El Desván de las Letras. Algunos han llegado incluso a faltarme el respeto. Se han sentido ofendidos, dicen; pues a mí me han partido el corazón y el cerebro porque no quieren entender que todos trabajamos para ganar dinero y sobrevivir. Piensan que sus libros dan miles y miles de euros, eso es porque tampoco se han molestado en conocer cómo funciona una editorial, una librería, un distribuidor.
Señores, para vivir de escribir hay que vender cada mes muchos, muchísimos ejemplares. Pero es que para llegar a las librerías, hay que saber cómo trabaja un librero. Pero también se debe valorar el trabajo del editor. A ver, vamos a darle la vuelta:
El editor se limita a publicar y el escritor escribe… Claro, de esta manera no gusta. Pero es que ambos, editor y escritor, deben conseguir que su trabajo sea rentable.
Otro GRAN problema, la mafia que se ha desatado en torno a las editoriales. No conozco ninguna que se involucre con el autor, que lea las obras que les llegan, que se niegue a publicar las barbaridades que se publican. Solo les interesa recibir el pago del autor y se limitan a imprimir los ejemplares que éste les ha contratado (por cierto, si has dejado algunos ejemplares para el distribuidor, que sepas que no se ha impreso ninguno porque el único método de venta que emplean el 90% de las editoriales es la que funciona: la venta bajo demanda).
Sería para escribir una colección de libros explicaros todo lo que me he encontrado en las cloacas, y todo lo que me ha cultivado en mi experiencia. Sí, debo escribir esa colección…
Soy escritora, y no dejo de aprender a escribir. Soy editora, y no voy a engañar a nadie con mentiras y cartas tipo. Voy a trabajar codo con codo con los escritores, pero solo con aquellos que de verdad deseen remangarse las mangas y meterse conmigo en el fango. A ellos, desde luego, pienso darle lo máximo de mi persona y de mi experiencia como editora y escritora.
Solo el escritor dispuesto a invertir su vida en la escritura, sabiendo que será un empresario más en un sector oscuro, donde las piedras pueden romper el camino, será un escritor con más posibilidades de llegar al público lector.
Guste o no guste, me dispongo a contar la verdad y destapar todos los entresijos del oficio de escribir y publicar un libro.
Mercedes González Pérez