Parece ser que el escritor autodidacta no necesita de nada más para convertir su afición en un oficio.
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Me asusta recibir correos, novelas, relatos y poemas que no han sido trabajados con amor, sino con prisas por ver publicados libros que no llegarán nunca a los lectores. No está mal ser un escritor autodidacta, pero no es suficiente. Quien quiere ser escritor, quien quiere compartir su vida, sus conocimientos, sus sueños o lo que quiera que sea que necesite lanzar al mundo, debe saber que para ser escritor hay que aprender a escribir. Y no digo solo aprender ortografía y gramática (que ya sería de agradecer), digo aprender a escribir, a respetar el arte de escribir, a cuidar la técnica, a conocer las herramientas, a practicar media vida, a leer, releer y volver a leer sus obras antes de pasarlas a una imprenta. No basta con ser un escritor autodidacta.
Muchos «autores» me dicen: «Mi libro está perfecto», y aunque les marque en rojo intenso todos los fallos y erratas que contiene tan solo una página, no quieren ver que su criatura no es tan guapa como se empeñan en verla. Que sí, que erratas siempre quedan, porque habría que pasar por muchas lecturas y muchos correctores, pero una cosa es una errata y otra muy distinta es un caos de frases y palabras que no han sido cuidadas, solo tiradas al azar.
Escribir es un arte, como lo puede ser pintar, componer, tocar el piano, etcétera. Escribir es un oficio cuando quieres llegar a los lectores. Aunque hayas nacido con ese don que conlleva la necesidad de volcar palabras en montones de papeles antes en blanco, es necesario formarse. El escritor autodidacta no puede llegar a ser escritor. Puede escribir, sí, todas las personas pueden escribir. Si un escritor que dice quiere dedicarse a la escritura no quiere aceptar que ello conlleva un esfuerzo, me temo que se dará de bruces contra muros.
Pero luego viene la segunda parte: soy escritor, y como soy escritor, mi misión es escribir mientras otros trabajan para mí invirtiendo su tiempo y su dinero en vender miles y miles de ejemplares. UTOPÍA. Con estos autores no puedo, ni quiero trabajar dentro de mi gestora literaria, El Desván de las Letras. Algunos han llegado incluso a faltarme el respeto. Se han sentido ofendidos, dicen; pues a mí me han partido el corazón y el cerebro porque no quieren entender que todos trabajamos para ganar dinero y sobrevivir. Piensan que sus libros dan miles y miles de euros, eso es porque tampoco se han molestado en conocer cómo funciona una editorial, una librería, un distribuidor.
Señores, para vivir de escribir hay que vender cada mes muchos, muchísimos ejemplares. Pero es que para llegar a las librerías, hay que saber cómo trabaja un librero. Pero también se debe valorar el trabajo del editor. A ver, vamos a darle la vuelta:
El editor se limita a publicar y el escritor escribe… Claro, de esta manera no gusta. Pero es que ambos, editor y escritor, deben conseguir que su trabajo sea rentable.