Cuidado, sin por rebajar el presupuesto de edición vas a dejar a un lado la corrección profesional, vas a arruinar tu huella de identidad que quedará plasmada con «El escritor que publica libros ilegibles».
Ser escritor no significa ser un corrector. Los correctores tiene que estudiar, y mucho, para poder corregir un libro.
Los grandes escritores tienen que pasar por varias lecturas y varios correctores para llegar sin erratas a las librerías, aún así, siempre puede escaparse alguna.
Corregir un libro es de las tareas más complicadas que tiene el fascinante «Oficio de escribir», lo es hasta para un corrector que se ha formado como es debido y que ha revisado centenas de libros. Imagina si tú mismo o tus amigos revisan tu obra.
Soy editora desde hace más de quince años. La mayoría de los autores me comentan: «No, no, mi libro no necesita de un corrector, ya lo he revisado varias veces». Y cada página de su obra es un cúmulo de marcas de corrección que no se revisarán y que harán que los lectores se sientan defraudados.
Si ya es difícil llegar al público lector, ¿vas a tirar al traste tu oficio por ahorrarte la corrección profesional de tu obra? Mejor no vea la luz.
Son tantos, tantísimos los libros ilegibles que se puede encontrar en Amazon y otras plataformas que provoca que los lectores se lo piensen diez veces antes de comprar un libro.
Y es por eso mismo que la autoedición siempre tuvo mala fama, la gente dice: «Se publica de todo, y casi todo es malísimo». Se publica mucho, de todo, y algo que queda entre montones de páginas ilegibles que sí merece la pena leer.
Los libros ilegibles no lo escriben los escritores, quizás lo hagan las personas que sienten la necesidad de escribir.